En la batidora, bate la mantequilla hasta suavizarla, añade el azúcar glass y sigue batiendo hasta llegar a una consistencia tersa y esponjosa, aproximadamente 5 minutos.
Agrega la sal, el huevo y la vainilla y continúa batiendo hasta que todo se integre bien.
Baja la velocidad de la batidora y poco a poco ve integrando la harina sin trabajar mucho la masa, hasta llegar a una consistencia arenosa.
Mezcla de galleta en un tazón de batidora con una espátula verde
Deja de batir y vacía la masa sobre papel film. Con tus manos ve apretando la mezcla usando el film hasta lograr una masa suave y compacta. Cúbrela bien y refrigera por 30-40 minutos.
Masa de galleta en plástico de cocina o film
Precalienta el horno a 350° F (180 °C).
Toma la mitad de la masa (regresa la otra mitad al refrigerador) y ponla sobre una superficie ligeramente enharinada. Enharina también el rodillo y extiende la masa hasta un grosor de 3/4 de cm (aproximadamente un poco menos de 1/2 pulgada).
Corta la masa con un molde de 10 cm de diámetro y ve colocando las galletas en charolas para hornear engrasadas, con papel pergamino o con cubierta de silicona.
masa de galleta extendida sobre un mantel anaranjado y con un cortador de galletas redondo encima
Junta los pedazos de masa que van quedando al cortar las galletas y extiende nuevamente para seguir cortando. Repite con la otra mitad.
Nota importante: Hay que trabajar la masa lo más rápido posible porque no hay que dejar calentar la mantequilla dentro de ella. Si el clima es cálido, conforme vas haciendo las galletas mételas al refrigerador.
Una vez que has cortado todas las galletas seguro que te quedó un poco de masa, haz una bolita y aplástala con tu mano o con el rodillo y coloca con el resto de las galletas.
Refrigera por 5 minutos antes de hornear.
Hornea por 20-25 minutos o hasta que las orillas y la base tomen un tono dorado.
Saca del horno, deja enfriar por unos 3 minutos y cuidadosamente transfiérelas a una rejilla para que terminen de enfriarse.
galletas redondas enfriándose en rejillas
Cuando las galletas están recién horneadas son un poco frágiles pero una vez que se enfrían toman una consistencia más firme.
Cuando las galletas estén completamente frías prepara el glaseado. Mezcla los tres ingredientes, azúcar, agua y jugo de limón hasta lograr una consistencia muy espesa pero que sea fácil de embarrar.
Glaseado blanco en un tazón junto a una rejilla con galletas espejo
Toma una de las galletas y con una espátula cúbrela toda con el glaseado. Repite hasta terminar con todas. Cuando el glaseado se enfríe se verá brillante tal como un espejo.
Para espejos de chocolate, en lugar del glaseado de azúcar, derrite el chocolate y cubre las galletas con él mientras está caliente.
Deja enfriar completamente y disfruta.